mar
En el mar el tiempo siempre es presente y por eso, se convierte en el eterno conector.
El mar de la vida y la muerte, de la pasión y el odio, de la turbulencia y la calma. El mar nos da cuenta de lo misterioso, de lo siempre cambiante, de lo que no vemos detrás de lo que vemos, de nuestra pequeñez y de nuestra pertenencia.
Es la ancestral presencia que nos recuerda sutilmente nuestro origen a la vez que nos propone siempre nuevos horizontes, nuevos futuros.
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